Uno de los pequeños problemas que tiene Tarancón, es que la mayoría de los restaurantes, están situados en la misma zona, la antigua carretera que lleva a Cuenca, bueno a lo que vamos, escogimos para comer el Mesón del Cantarero, sitio que después supimos que tiene su fama y parece que merecida.
Pedimos para comer una sopa castellana y de segundo entrecot y chuletas de cordero, con infusiones, vino y agua, nos salió por 55 euros.
Un trato y servicio muy profesional, merece la pena visitarlo.
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