Sobre Granada que vamos a contar que no se haya dicho o escrito ya, ciudad con un encanto especial por el sitio donde está ubicada, por su gente y por lo que tiene. En los dos días que estuvimos nos dio tiempo a realizar las visitas imprescindibles dejando bastantes cosas para ver en otra oportunidad.
El desplazamiento lo realizamos en tren, llegamos en la noche del viernes y una vez acomodados en el hotel (Reino de Granada) pequeño y acogedor, nos fuimos a cenar de .... tapas como no podía ser de otra forma, nos dirigimos a la calle Navas donde hay un montón de bares en los que comer y beber, bueno mejor dicho pides de beber y la tapa no falla, una cosa muy curiosa es el tema de las medias raciones, lo que te permite probar mas de una de las especialidades que tienen en los bares.
A la mañana siguiente, teníamos las entradas para ver los Palacios Nazaries a las 13:00, menos mal que nos dio por consultar en la recepción de hotel ya que nuestra idea era subir sobre las 12:00, nos comentaron que subiéramos cuanto antes y así podíamos disfrutar de todo el conjunto antes de la visita y la verdad es que acertaron. La visita la empezamos por el Generalife, La escalera del agua, la silla del moro, el Partal, La Alcazaba y por último los Palacios. La única pena es no poder haber visto el patio de los leones ya terminada la recuperación que del mismo están realizando.
Después de la visita, nos fuimos a comer al Albayzin, comimos en un restaurante al lado del mirador de San Nicolás, para bajar tomamos un autobús, bueno mejor dicho un micro-bus ya que un autobús normal no entra por las callejuelas por la que circula. Dio la casualidad que nos toco y conductor como "mucha gracia" y el resto del personal le seguía el ritmo, total por el precio de un billete teníamos tío-vivo, montaña rusa, humor (algún que otro chiste se contó) y viaje, que más se puede pedir.
Por la tarde después de descansar un rato, dimos una vuelta por el centro, pero paseando por la callejuelas, disfrutando de las plazas hasta llegar a la Catedral, continuamos hasta una de las tetarías que hay en la parte baja del Albayzin.
Al día siguiente, nos dedicamos a ver la Catedral y por lo que denominan la Ciudad Renacentista y Barroca. Una vez terminada esta visita, nos fuimos al Sacromonte, estuvimos en el Museo Cuevas del Sacromonte, donde está recreada la forma en que vivía y vive la gente en las cuevas escavadas en la ladera de la montaña, si bien la mayoría de ellas se han re-convertido en sitios para turistas, todas las noches hay espectáculo de cante y baile.
Después de comer, ya poco nos quedaba por hacer, salvo recoger los equipajes y volver a Madrid. En resumen un viaje muy agradable, en el que el tiempo nos acompaño, es más hizo calor y con ganas para volver en otra ocasión para terminar de ver todo lo que no nos dio tiempo.