La verdad es que fue uno de los días más espectaculares del viaje, nos trasladamos en autobús hasta Gudvangen para desde allí en barco trasladarnos a Kupanger a lo largo de uno de los brazos del Fiordo Sognefjord.
Hacia un frío que pelaba, menos mal que estábamos en agosto que sino, sobre todo al inicio del viaje que dura unas dos horas, pero la verdad es que merece la pena, las vistas son espectaculares, no se como serán en otros fiordos pero la verdad, el agua como un espejo, reflejando las murallas de piedra y te impresiona más cuando te dicen que algunas de las paredes superan los 800 metros y que la profundidad ronda 800 metros. Cuando salimos al brazo principal, el paisaje cambia, no sien por ello menos espectacular, en lugar de ir encajonados entre las montañas, el fiordo es más ancho y permite contemplar mejor todo el paisaje, también logramos ver un par de focas. Cuando llegamos a nuestro destino hacia un día espectacular con un sol que iluminaba todo.
Hacia un frío que pelaba, menos mal que estábamos en agosto que sino, sobre todo al inicio del viaje que dura unas dos horas, pero la verdad es que merece la pena, las vistas son espectaculares, no se como serán en otros fiordos pero la verdad, el agua como un espejo, reflejando las murallas de piedra y te impresiona más cuando te dicen que algunas de las paredes superan los 800 metros y que la profundidad ronda 800 metros. Cuando salimos al brazo principal, el paisaje cambia, no sien por ello menos espectacular, en lugar de ir encajonados entre las montañas, el fiordo es más ancho y permite contemplar mejor todo el paisaje, también logramos ver un par de focas. Cuando llegamos a nuestro destino hacia un día espectacular con un sol que iluminaba todo.
Desde Kupanger, nos dirigimos al Glaciar Jostedal, que decir, si el fiordo impresiono, el glaciar no se quedó atrás. Siguiendo el consejo del guia, compramos para hacernos unos bocadillos y comerlos al pie del mismo. El autocar nos dejó en la base de la montaña y subimos a pie, entre cascasdas y ríos, viendo las piedras erosionadas por el hielo a lo largo de los años. Cuando llegamos a lo alto de la montaña, te encuentras con un lago y al fondo el glacial, con su hielo azul.
La experiencia, impresionante, por la época del año no dejaban acercarse al hielo por peligro de desprendimientos, pero nos comentaron que invierno si dejan pasar por é, después de comer, iniciamos el descenso tranquilamente. En una de las tiendas de recuerdos que hay en la base. tienen un montaje fotográfico con la evolución del glacial desde 1989 y la verdad lo que hemos visto con lo que había es una minucia.
La experiencia, impresionante, por la época del año no dejaban acercarse al hielo por peligro de desprendimientos, pero nos comentaron que invierno si dejan pasar por é, después de comer, iniciamos el descenso tranquilamente. En una de las tiendas de recuerdos que hay en la base. tienen un montaje fotográfico con la evolución del glacial desde 1989 y la verdad lo que hemos visto con lo que había es una minucia.
Terminada esta visita, nos dirigimos a Stryn, que es la capital del municipio del mismo nombre, se trata de una ciudad moderna, con edificios bajos y amplias avenidas. Lo más impresionante es el río que atraviesa la misma y que termina en el fiordo Nordjord.
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