Oslo, la capital de reino, no da la sensación de que sea tan antigua, data de 1624, pero la mayoría de los edificios son modernos, la verdad es que tiene varias cosas interesantes de ver y seguro que nos dejamos mucho por ver.
Cuando llegamos, nos dirigimos al Palacio Real y desde este tiene un pase muy agradable por el parque que lo rodea, luego continuas por el palacio de la opera y terminas en palacio de Storting sede del parlamento, luego continuas por las calles peatonales que termina en la estación de ferrocarril y un poco más adelante te encuentra el palacio de la opera, un edificio blanco que sale del agua. En esta zona también se encuentra la Catedral del Salvador. Toda esta zona está llena de tiendas y de centros comerciales.
Al día siguiente, visitamos el Parque de Vigeland, probablemente el más famoso de toda Noruega, es una exposición permanente de la obra de Gustav Vigeland, las esculturas y bajorrelieves de bronce se inspira en acontecimientos de la vida cotidiana, evocando momentos como el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y la muerte. El parque está divido en varias zonas, el puente, la fuente, el monolito y la rueda de la vida.
Después nos dirigimos Holmenkollen a ver el trampolín de saltos de esquí y la verdad es que impresiona, una cosa es verlo en televisión y otra es estar en el trampolín, hay que reconocer que le echan valor el deslizarse y más el aterrizar.
Al día siguiente nos dirigimos a la isla de Bygdoy, la primera visita que realizamos fue al Mueso del Fram barco utilizado por los exploradores noruegos en sus viajes a las regiones ártica y antártica, el barco esta intacto y puedes pasar a su interior y ver como vivían los expedicionarios. En las distintas galerías que rodean al barco, hay todo tipo de objetos armas, instrumental médico, utensilios de cocina, cuadernos de notas, fotos, así como una nuestra de diversos animales.
La siguiente visita fue al Museo de los barcos Vikingos, en el se pueden ver dos barcos completos que no ha hecho falta casi reconstruir y el esqueleto de un tercer barco, se pueden admirar trineos y carros, así como una gran cantidad de utensilios que estos pueblos utilizaban.
Por último, visitamos el Museo del Pueblo Noruego, al que se han trasladado 150 casas originales de todas las regiones de Noruega y de distintas épocas, iglesias, establos para el granado, hórreos para almacenar los alimentos y las casas donde vivían, en su mayoría constaban de una gran habitación que hacia las funciones de cocina, comedor y dormitorio.
En resumen una ciudad tranquila, con una zona moderna que no se diferencia a la de otras grandes capitales europeas y sus zonas de interés, lo que llama la atención es lo cuidada que está la ciudad , no hay pintadas en la paredes y lo respetuosa y amable que es la gente.