El último día en Oporte (por ahora), era espectacular, soleado, buen tiempo, así que nos encaminamos a ver la Catedral de la Sé, que se encuentra situada en la parte más alta de la ciudad junto a las antiguas murallas. La verdad es que exteriormente parece más una fortaleza que el edificio que es. En su interior toda da la sensación de estrecho, puede que sea por su altura y lo ancho de sus columnas. En el interior se puede acceder al claustro decorado con azulejos con escenas religiosas.
Terminada esta visita, nos dirigimos por las callejuelas hasta la parte alta del puente Luis I, por donde pasa el metro. Este tablero es peatonal (apartándote cuando no viene el metro) y une Oporto con Vila Nova de Gaia, las vistas son espectaculares, tanto a un lado como hacia otro, el río, los puentes, las bodegas y la ciudad de Oporto pegada a la ladera que termina en el rió, en resumen si tenéis oportunidad no dejéis de ir.
Para bajar a Ribeira , cogimos el funicular que baja pegado a la antigua muralla y que te deja al pie del puente Luis I, otra experiencia curiosa. Como quiera que era domingo, la rivera del río estaba llena de puestos vendiendo cosas típicas manteles, paños, figuras, abalorios, etc. mucha gente recorriendo los diversos puestos.
Después de comer y descansar un rato, nos subimos en uno de los barcos que recorren el río, un viaje de una hora aproximadamente, que te lleva primero río arriba has el Puente do Freixo, gira y se dirige a hacia la desembocadura, nueva vuelta y retorno al punto de partida. El viaje pues agradable, te permite tener otra visión de la ciudad y del río, pasando bajo los distintos puente y cruzándote con otros barcos y embarcaciones de recreo. Terminado este recorrido, nos fuimos hacia el hotel para preparar la vuelta a Madrid.
En resumen Oporto es una ciudad que merece la pena visitar, la gente muy amable, la ciudad muy agradable no es muy grande, tiene muchas cosas para ver y te permite visitarla andando sin prisas y además se como bastante bien por no decir muy bien.