4 de noviembre de 2014

Que ver en San Pedro de Atacama (día III)

El tercer día, comienza pronto a las cuatro de la mañana hay que está en pie, nos vamos a los Geiser del Tatio, y hay que estar al amanecer para verlos en su máximo esplendor.

Después de un viaje de cerca de dos horas llegamos. Son las seis de la mañana, estamos a 4.321 metros sobre el nivel de mar y a ocho grados bajo cero, en un campo geotermal. Cuando empieza a clarear, se van descubriendo las columnas de agua que pueden llegar a alcanzar los siete metros, todo el mundo se desperdiga entre las fumarolas y geiseres, todos se hacen las fotos perdiéndose entre las
nubes de vapor. Después de un poco más tenemos la oportunidad de bañarnos en la piscina termal, hace un frío que pela, pero es cuestión de ponerse rápido el bañador y al agua, la sensación es especial, estando sumergido solo aparece fuera del agua la cabeza y esta tiene
una pequeña nube de vapor por lo que la sensación de frío no se nota, lo que si se nota es la altura, intentar dar

más de diez brazadas es morirte. Aquí el acierto de la oficina de turismo para dejar esta excursión para el final y estar más aclimatados a la altura.

De vuelta, paramos en varios sitios, para contemplar el paisaje, una de las paradas es en el pueblo de Machuca, donde os recomiendo probar los anticuchos de llama y la torta dulce.

Después de comer y reponernos del madrugón, nos recogieron para la última excursión, primero fuimos a la Laguna Cejar. Te encuentras en medio de la nada una laguna con aguas transparentes y una mancha verde en uno de sus lados, tienes que tener cuidado al andar ya que las cristalizaciones de sal te pueden hacer algún pequeño corte. Nuestra guía, nos aconsejó (nos llevó) al círculo verde, ya que según ella es el mejor sitio para bañarse.

El agua tiene una concentración muy grande de sales, por lo que puedes flotar sin realizar
ningún esfuerzo, te recomiendan no meter la cabeza dentro para no tener problemas en los ojos. El agua en la superficie está caliente, pero si metes la mano la encuentras fría, la verdad es que resulta curioso eso de dejarse caer en el agua y no hundirte, otra sensación es cuando estás en el medio de ese círculo y te dicen que debajo de ti hay veinticinco metros de profundidad. A la salida, nos tenían preparada agua dulce para quitarnos la sal, ya que en pocos segundos puedes ver como tu piel se empieza a cuartear.

Después de este primer chapuzón, nos llevaron a lo que denomina los Ojos del Salar, que
son pozos de agua de unos veinticinco metros de diámetro y otros tantos de profundidad en medio de un desierto de sal. Otro chapuzón pero esta vez el agua no tiene tanta concentración de sal por lo que resulta agradable. En este sitio lo más curioso son las fotos, puedes hacer reflejos en el agua que no se mueve, ya que está un par de metros por debajo del nivel del suelo y en la superficie como no hay referencia, puedes hacer los típicos montajes de una persona teniendo a otra en la palma de su mano o similar. 

Por último nos dirigimos a la Laguna Tebenquiche, que al contrario de las anteriores, solo tiene una fina capa de agua por lo que produce un efecto óptico de que caminar sobre la misma. Aquí nos dispusimos, tomando un aperitivo y charlando de forma distendida con el resto del grupo, a contemplar la puesta de sol y ver el reflejo de los Andes en el agua de la laguna.

08-12/09/2013

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