Llegamos a Córdoba al medio día, después de un viaje tranquilo desde Madrid, una vez que dejamos las cosas en el hotel, nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores de la Mezquita (el hotel Los Patios está enfrente) y pinchando algo en los bares de esa zona, ver el Puente Romano, la Puerta del Puente, la Noria y demás monumentos que hay en sus alrededores.
Después de haber recuperado fuerzas, nos dedicamos a ver el interior de la Mezquita, que dado el día (viernes) y la hora 17:00, no había mucha gente, lo que nos permitió recorrer la misma de forma tranquila parándonos en cada uno de los lugares. Empezamos por el patio o sahn, donde se levanta el alminar (la torre que está al lado de una de las puertas). El patio está lleno de naranjos, olivos y cipreses con fuentes para refrescar el ambiente y un aljibe para asegurar el agua de todo el conjunto. Todo el perímetro se encuentran arcos que dan acceso a una parte cubierta donde en la época islámica, era el punto de reunión para actividades públicas.
La Mezquita de Córdoba presenta dos singularidades que la diferencian de resto de las mezquitas del mundo, una su orientación, pues no mira a la Meca. Se ha querido entender la nostalgia que Abderramán I sentía por Damasco, ya que se orienta a las mezquitas de Damasco y no a la Meca. La otra singularidad es su ubicación descentralizada del Mihrab o nicho al que se dirigen las oraciones, y que se debe a la ampliación que hizo Almanzor, que tuvo que hacerla por el lado oriental, ya que al Sur se topaba con el río Guadalquivir y al Oeste estaba el palacio del Califa. Hay que destacar el Mihrab, uno de los más importantes del mundo musulmán.
En lo que al resto del interior el elemento novedoso es el uso de los arcos de herradura procedente del arte visigodo y que el Islam lo adoptará como propio y símbolo de su arquitectura. Las arcadas que dividen las naves son dobles en altura. La inferior, un arco de herradura, y la superior de medio punto. La alternancia de piedra y ladrillo confiere a la Mezquita una singular bicromía que sentará base para construcciones posteriores. Esta doble arquería proporciona una mayor elevación de la cubierta y una mejor iluminación de los interiores.
Otra zona es la Catedral, de planta de cruz latina, alberga bóvedas góticas junto con otras protobarrocas y una cúpula renacentista. El retablo mayor realizado en mármol se concluye en el XVII. Del siglo XVIII son los majestuosos púlpitos a ambos lados del arco toral, de mármol y caoba, obra del escultor Miguel Verdiguer. De este mismo siglo y obra del maestro sevillano Pedro Duque Cornejo es la imponente sillería del coro. Elaborada en caoba, se halla toda tallada y esculpida con diversos temas.
Para poner un poco en contexto la grandeza de la Mezquita hay que recordar una frase de Carlos V cuando realizó una visita a la ciudad y contemplo la obras de la construcción de la catedral:
Habéis tomado algo único y lo habéis convertido en algo mundano
Después de esta visita y de descansar un poco, al atardecer subimos hasta la Plaza de las Tendillas, en esta plaza hay que destacar entre otras coas el reloj, mejor dicho su carrillón, ya que las horas no las da con campanadas, sino que son acordes flamencos de guitarra las que anuncian las mismas. Continuamos hasta los Jardines de la Victoria y después de “pinchar” algo nos fuimos a descansar.
13/03/2016
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